«Jesús Sacramentado – María Inmaculada – la Iglesia – los Pobres, son nuestro ideal, deben llenar nuestra vida; nos harán alcanzar la santidad y el paraíso ».
don Domenico Masi
«Jesús Sacramentado – María Inmaculada – la Iglesia – los Pobres, son nuestro ideal, deben llenar nuestra vida; nos harán alcanzar la santidad y el paraíso ».
don Domenico Masi
En el nombre que llevan: “Hermanas de la Inmaculada” ya expresan una nota particular de la espiritualidad del Fundador y de su Instituto. Amaba considerar a María “Hermana Mayor” y a menudo recordaba a sus hermanas: “Hijas, tened la actitud humilde, abierta e inteligente de la Santa Virgen; sea María vuestra consejera y guía”.
Esta espiritualidad basada en el misterio de la Inmaculada Concepción de María anima todavía hoy la vida de las Hermanas. En las nuevas constituciones de 2007 se puede leer: “En la Inmaculada Concepción de María vemos el misterio absoluto de la gratuidad de Dios, que ama y que salva, y de la entrega total de la criatura, que se ofrece sin reservas. En María Santísima encontramos la imagen perfecta de nuestra consagración y de la santidad a la que estamos llamados, y la fuerza inspiradora de la acción apostólica”.Siendo religiosas, las Hermanas de la Inmaculada se comprometen a “vivir los votos de castidad, pobreza, obediencia, en el espíritu evangélico; en el ofrecimiento cotidiano de un corazón y de un cuerpo completamente casto, en una pobreza que nos hace partícipes de la riqueza de Cristo; en una obediencia que imita a la de Cristo, “mostrándose obediente hasta la muerte en la Cruz”, y el “fiat” de la Inmaculada”.
Precisamente porque se centra en María, su espiritualidad pone en el centro de la existencia personal y comunitaria al Misterio de Cristo, encontrado y reconocido cada día en la Eucaristía.
Se lee en las Constituciones: “Al vivir el Misterio de la Eucaristía, mantenemos viva la exhortación de nuestro Fundador: “Que cada uno de nosotros sea un tabernáculo, un ciborio, un ostensorio. ¿Acaso no es un paraíso tener a Jesús, dar a Jesús, mostrar a Jesús?”. La Eucaristía debe ocupar, en nuestra vida, un puesto privilegiado, porque es en la Mesa Eucarística donde nuestra comunión de vida y de oración se hace plena en Cristo y en la Trinidad: “Todos somos una única cosa, como tú, Padre, eres en mí y yo en ti, también ellos son una única cosa en nosotros”.
Las Hermanas viven en comunidad y en Eucaristía donde se forma el “nosotros” capaz de abrazar a todo el mundo.